Francisco de Borja Cortés Soria
Nacido en Zaragoza en 1982, desde tierna edad se imbuye del sentimiento artístico. Sus padres, dedicados a las artes, le transmiten la sensibilidad estética y puntos de vista alternativos y nuevos. Su padre en concreto, el pintor Fernando Cortés, es su referencia artística, le forma tanto en el dibujo académico como en la pintura abstracta: en los campos de la composición, las técnicas, en el uso de materiales y del color… En definitiva, crece en un contexto idóneo para el futuro desarrollo de su potencial artístico.
Tras graduarse en la Escuela de Artes de Zaragoza, comienza su producción pictórica amateur y paralelamente pasa por varios trabajos en principio no vinculados a sus aspiraciones artísticas; desempeñando uno de ellos, sufre un accidente que marcará sus años posteriores al llevarle a una serie de crisis. Buscando un cambio en su vida se traslada a la localidad gaditana de Tarifa, donde se relaciona con artistas de diferentes índoles. Allí crece tanto en el campo de las artes plásticas como en el musical, ya que su creación artística no se circunscribe a una en concreto, su violín de Ingrès es en este caso la guitarra española, en cuya ejecución sabe liberarse de los cánones para la composición de sus «abstracciones», en las que se sirve de recursos atonales y del serialismo, y de las que tiene varias publicaciones. Y es que para este artista la música es indisoluble de su producción plástica, que no olvidemos es su principal aspiración, bajo el influjo del ditirambo dionisíaco sus capacidades se estimulan para alcanzar el grado máximo de la expresión y plasmarlo en sus obras, ya que en este contexto “algo nunca sentido se esfuerza por exteriorizarse”, en palabras de Nietzsche; de esta forma muchas de sus composiciones quedan vinculadas a la música clásica por ser ésta catalizadora del genio creativo del artista.
Preso de su modestia en la valoración de su propia producción pictórica, no es hasta fechas recientes, tras haber pasado por un periodo de investigación, que decide darse a conocer participando en concursos: su obra presentada, “Consideraciones intempestivas”, es seleccionada en el Premio de Pintura Francisco Pradilla; en 2015 recibe la mención de honor en el Premio de Pintura Joven de Ibercaja con su obra “Viaje de invierno”, año en que tiene lugar su primera exposición monográfica: “Preludios”, en Galería Itxaso, en la que muestra las diferentes etapas de su evolución pictórica y que tiene una buena acogida por la crítica, su título no podría haber sido más acertado ya que despierta el interés en lo que todavía está por llegar. En palabras de Manuel Pérez-Lizano: “Deja abiertas varias vías para confirmar su estilo propio”.
Con una producción de más de 80 obras, está inmerso en la preparación de nuevas exposiciones , monográficas y colectivas, en las que aspira, exigente como es él, a la excelencia en la expresividad, buscando transmitir sensaciones, sin salirse del contexto y sin desatender la cohesión de la obra. En concreto, actualmente, trabaja en un proyecto aprobado y aceptado por el ayuntamiento de Zaragoza para la realización de una grabación sonora; un proyecto ecléctico donde música y pintura forman un todo. Por otro lado, no descuida su formación y se enriquece con la experiencia de artistas como Paco Rallo, Manuel Marteles o Paco Simón (Grupo Forma).
Sirva una cita en el diario de E. Delacroix (seguramente tomada del zaragozano Baltasar Gracián), como colofón a esta breve biografía del artista:
“La reputación no se regala, hay que ganársela y [después] esperarla”.